Dave era un chico normal. Un chico de Newtown como cualquier otro. Creció en un hogar rebosante de amor, cariño y afecto. Su familia no era pobre, aunque estaba lejos de ser rica. No tenía hermanos, por lo que recibió una atención especial por parte de su madre y, sobre todo, de su padre. A diferencia de lo que suele pasar con otros hijos únicos, Dave no se convirtió en un mocoso caprichoso que demandase atención permanente. Como respuesta al amor con el que sus padres le trataban, él desarrollo un inmenso respeto y admiración hacia ellos. Pronto decidió seguir los pasos de su padre, cura anglicano del pueblo. En la escuela, tan pronto como supo leer, dedicaba los recreos a leer un párrafo de la Biblia y difundirlo entre sus compañeros. Al principio, llamados por la curiosidad, sus amigos le escuchaban con devoción, pero no tardaron en cansarse de los monótonos textos bíblicos. Dave, dolido, se negó a rendirse y siguió predicando en el patio del colegio, aún sin nadie que le escuchara.
Pasaron los años y Dave y sus compañeros crecieron. En plena adolescencia, cuando los jóvenes empezaron a descubrir cosas nuevas, Dave se dio cuenta de que sus amigos empezaban a tomar caminos fatales. Hasta entonces, aunque la atención que le habían prestado a Dave fuera escasa, habían seguido el camino que él consideraba correcto, según sus ensañanzas religiosas. Pero ahora, en plena ebullición adolescente, veía como algunos de sus compañeros de juegos comenzaban a fijarse en las chicas, a pelearse entre ellos e incluso fumar a escondidas. Dave no podía tolerarlo. Un día, en el recreo, enfurecido por la decadencia de sus amigos, fue donde ellos y les sermoneó sobre los peligros del tabaco, de la mala vida y de la senda del ángel caído. Ellos no hicieron otra cosa que reírse de sus palabras, cosa que le irritó hasta hacerle perder los estribos. En un arrebato nada habitual en él, arreó un sopapo a un amigo, arrojando se cigarrillo al suelo. Éste se abalanzó sobre Dave y comenzaron a pelear. Toleraban los sermones moralistas del aprendiz de cura, pero aquella vez se había pasado de la raya. Había intentado imponerles sus valores. Entre todos, propinaron una pequeña paliza a Dave, que, acurrucado en el suelo, maldecía impotente las almas de sus amigos.
Dave no se rindió. Si sus amigos no querían salvar sus almas, impediría al menos que perturbasen las de otros muchachos. Tomó una decisión a los 15 años. Hoy, 30 años después, tiene tras de sí una larga carrera de lucha contra la suciedad de espíritu. Él es...
FIGHTING FATHER DAVE
Pasaron los años y Dave y sus compañeros crecieron. En plena adolescencia, cuando los jóvenes empezaron a descubrir cosas nuevas, Dave se dio cuenta de que sus amigos empezaban a tomar caminos fatales. Hasta entonces, aunque la atención que le habían prestado a Dave fuera escasa, habían seguido el camino que él consideraba correcto, según sus ensañanzas religiosas. Pero ahora, en plena ebullición adolescente, veía como algunos de sus compañeros de juegos comenzaban a fijarse en las chicas, a pelearse entre ellos e incluso fumar a escondidas. Dave no podía tolerarlo. Un día, en el recreo, enfurecido por la decadencia de sus amigos, fue donde ellos y les sermoneó sobre los peligros del tabaco, de la mala vida y de la senda del ángel caído. Ellos no hicieron otra cosa que reírse de sus palabras, cosa que le irritó hasta hacerle perder los estribos. En un arrebato nada habitual en él, arreó un sopapo a un amigo, arrojando se cigarrillo al suelo. Éste se abalanzó sobre Dave y comenzaron a pelear. Toleraban los sermones moralistas del aprendiz de cura, pero aquella vez se había pasado de la raya. Había intentado imponerles sus valores. Entre todos, propinaron una pequeña paliza a Dave, que, acurrucado en el suelo, maldecía impotente las almas de sus amigos.
Dave no se rindió. Si sus amigos no querían salvar sus almas, impediría al menos que perturbasen las de otros muchachos. Tomó una decisión a los 15 años. Hoy, 30 años después, tiene tras de sí una larga carrera de lucha contra la suciedad de espíritu. Él es...
FIGHTING FATHER DAVE
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